HERMANA ARMELLA HUTZLER
La primavera de 1906, en Bamberg, Alemania, era testigo del nacimiento de una mujer que, en sus ochenta y ocho años de vida, entregó a quienes le rodearon un diario testimonio de vida cristiana.
Su misión al servicio de la Iglesia se inicia a los 17 años en el viejo continente, desde donde es trasladada a Chile, llegando en diciembre de 1934 a la ciudad de Antofagasta. Desconociendo aún el idioma español y con muchas otras dificultades tuvo que dar cumplimiento a la misión encomendada: la Congregación de Jesús buscaba continuar extendiendo el reino de Dios en Chile y ella debía ser la pionera. Se creaba entonces en esta nortina ciudad el Colegio Alemán para señoritas. Permaneció dos años en esta zona y fue trasladada a Concepción para fundar el servicio asistencial en el hospital de niñas “Leonor Mascayano”.
En 1950 llega a Santiago en donde empieza a ejercer aquella actividad que resultó ser la pasión de su vida: asistir a los más necesitados.
Junto a otras dos religiosas de la Congregación, en 1958, la Hermana Armella Hutzler llegó hasta la comuna de San Ignacio, en Ñuble. Su trabajo misionero lo inició en al Escuela Particular Nº 13. Día a día, e incansablemente, se le vio trajinar por los pasillos del colegio. Fueron 34 años los destinados a servir como “la misionera entre los más pobres”. Varias generaciones fueron testigos de su labor, la constancia en sus quehaceres y su incondicionalidad al servicio de los necesitados, hicieron que sus hermanas de la Congregación de Jesús la distinguieran como la “Mujer fuerte del Evangelio”.
En un frío día de invierno, el 25 de mayo de 1994, encontrándose en la casa “María Ward” en Santiago, es llamada al encuentro del Padre y de su hijo Jesús, a quien sirvió en la tierra.
Durante su vida jamás esperó recompensa: renunció a su condición económica y social alta; a la comodidad y al sedentarismo; su bagaje cultural fue ampliado con la simpleza de las personas que conoció y siempre hizo suyo el ideal y anhelo de María Ward: “Amar a los pobres, perseverar en su amor, vivir, morir y resucitar con ellos”.